La capacitación continua, el dominio de las herramientas digitales y la adaptación a los cambios son los principales atributos que deben tener los abogados.
La crisis de 2008 desencadenó una ola de litigios, tanto empresariales como sociales, que requirieron la intervención de abogados para asesorar a individuos y empresas en situaciones legales complejas. Desde entonces, la demanda de la defensa y asesoramiento jurídico no ha dejado de crecer, más aún provocado por los cambios normativos en España y en la Unión Europea, en materia medioambiental, urbanismo, igualdad de género, protección de datos, nuevas tecnologías, entre otros…
«Han cambiado mucho las cosas en los últimos tiempos», indica Ernesto García-Trevijano Garnica, socio director de GTA Villamagna Abogados. «El cliente espera que sus abogados dominen las herramientas informáticas y dispongan de los instrumentos que permitan una mayor eficiencia e inmediatez. Con acceso a todos los archivos desde el dispositivo móvil» .
La capacidad de adaptación a las necesidades de cada cliente es un atributo primordial. El abogado no debe actuar siempre de la misma manera. Las circunstancias pueden ser distintas, el perfil de los clientes varia, de la misma manera que lo hacen sus necesidades y prioridades. «El abogado debe adaptarse al cliente y no a la inversa. Y eso exige un importante esfuerzo de formación y de conducta del abogado», matiza Ernesto García-Trevijano.
Ante este panorama, es primordial que los despachos capten y retengan el talento, debido a que estos profesionales, como ocurre en otros sectores, cambian y no necesariamente porque no estén motivados, sino por otras razones, como puede ser búsqueda de nuevas oportunidades o sencillamente porque hay personas que tras un periodo de tiempo, más o menos homogéneos, deciden que tienen que cambiar. Por ello, uno de los grandes retos de los despachos consiste precisamente en retener talento, y aunque la remuneración obviamente es relevante, existen otros aspectos a tener en cuenta, como son el ambiente de trabajo, la cercanía de los profesionales, y en particular de los “jefes”, la calidad del servicio que se presta a los clientes y la oportunidad de formarse adecuadamente.
«Nos encontramos en una revolución continua e imparable, de la que no te puedes apear so pena de que te quedes fuera. Considero y espero que la inteligencia artificial no desplace al abogado, sino que sea un instrumento auxiliar de trabajo más eficiente, pero que siga siendo el abogado quien diseñe la estrategia y la materialice a través de la táctica más adecuada. Pero sin duda, es posible que en unos años no nos reconozcamos a nosotros mismos», concluye el socio director de GTA Villamagna.