“Estamos trabajando con la policía, los servicios de inteligencia -MI5- y la industria para ver si estaría bien frenar a la gente que usa estas webs y servicios para comunicarse cuando sabemos que están incitando a la violencia, el desorden y la criminalidad”, manifestó el líder tory en el Parlamento.
El pasado jueves 11 de agosto, el Primer Ministro británico, David Cameron, “visiblemente molesto” tras tener que interrumpir sus vacaciones en Villa Petrolo, una lujosa villa privada en Chianti, en la Toscana Italiana, prometió que se intervendrían las redes sociales, como Twitter, Facebook y Blackberry Messenger, que se empleasen en actos delictivos.
Tras aprovechar el “caso Murdoc” para anunciar medidas de control del ejecutivo sobre los contenidos periodísticos que se vierten en los medios de información, ahora arremete contra los medios digitales que permiten la comunicación interpersonal. ¿Qué será lo próximo, el teléfono tradicional? Y después ¿qué?, ¿los tambores?
“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.” (Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos)
El derecho a la libertad de expresión radica, fundamentalmente, en el reconocimiento de que todos las personas gozan de la facultad de trasmitir información y expresar sus ideas sin censura previa. Esto es, sin un control previo de “las autoridades” sobre lo que se va a decir, pero asumiendo toda la responsabilidad que se derive de ésta, si la trasmisión de la información tiene como finalidad la comisión de un delito.
David Cameron, aunque podría, no debería prohibir la venta de martillos para evitar la posible comisión de un delito de asesinato. El común de los ciudadanos no utilizamos ni los martillos ni las redes sociales para delinquir y, el día que alguien lo haga, es función de la policía perseguir el delito y poner a los criminales a disposición judicial.
Al igual que la policía no debería suplantar a los jueces condenando y ejecutando a los sospechosos (supuesto origen de todo el problema), David Cameron debería demostrar más respeto hacia la labor de la policía y la independencia del poder judicial, como le ha tenido que recordar la propia policía británica. El presidente de la Asociación de Jefes de Policía, Sir Hugh Orde, declaró que el primer ministro Cameron y la ministra del Interior, Theresa May, se equivocaban al reivindicar como propia la decisión de desplegar dieciseis mil policías en las calles y adoptar tácticas más expeditivas. Orde, señaló que los políticos no “tenían ninguna potestad” en estas decisiones y que ambas habían sido planeadas antes de que Cameron y May regresaran de sus vacaciones. “El hecho de que los políticos volvieran es irrelevante en términos de las tácticas que empleamos”, señaló Orde. El jefe interino de Scotland Yard, Tim Godwin, indicó que las críticas “fueron hechas por personas que no estuvieron allí”, mientras que el vicedirector de la Federación Policial, que representa a oficiales y agentes, Simor Reed, tildó de “barato” el mensaje gubernamental de que la policía había cambiado de tácticas gracias a la recomendación de las autoridades políticas.
David Cameron empleó su lenguaje más contundente para asegurar que el Gobierno hará “todo lo que sea necesario” para restablecer el orden en un país conmocionado por un vandalismo sin precedentes. Cameron acusó a las redes sociales como Facebook, Twitter y servicios como BlackBerry Messenger, de extender el radio de acción de los responsables de los disturbios, asegurando ante el Parlamento que están estudiando la posibilidad de prohibir su utilización, si se tiene indicios de que se está organizando alguna actividad criminal. “Todo el mundo ve que estas acciones horribles se organizaron a través de estos medios de comunicación social. La libre circulación de información puede ser usada para el bien, pero también puede ser utilizada para mal, y cuando la gente los utiliza para la violencia tenemos que detenerlos “, comentó Cameron haciendo gala de una gran agudeza intelectual.
¿Y la sublevación campesina de 1381?, “infinitamente” más violenta y extensa, ¿también la provocaron Facebook, Twitter y BlackBerry Messenger o fueron las famosas “poll-tax”, unidas a los efectos generales de la crisis del siglo, las malas prácticas de las clases dominantes y la animadversión que existía contra algunos hombres públicos? Y, por no retroceder tanto en el tiempo, las revueltas sociales de los años 80 contra los gobiernos de Margaret Thatcher, ¿también fueron responsabilidad de unas redes sociales que no existían, o nuevamente se volvió a tratar de unas medidas fiscales abusivas y discriminatorias?
“Hubo un montón de datos e información falsa rondando Twitter y BlackBerry Messenger y otras redes. Necesitamos un trabajo importante para asegurarnos de que la policía tenga todas las capacidades tecnológicos necesarias para cazar y vencer a los criminales”, agregó Cameron. A título personal y sin que sirva de precedente, me atrevería recomendar al señor Cameron que antes de cancelar los derechos fundamentales de las personas, dote de medios a la policía británica, como le piden desde la oposición y la alcaldía de Londres. A este respecto y como ejemplo a seguir, podría comenzar por los 11.000 euros semanales de la mansión en la que se ha hospedado este verano, a los que hay que sumar los gastos de alojamiento de parte de su séquito personal en los hoteles de la zona.
El mandatario también pidió a las redes sociales eliminar mensajes, imágenes y videos que inciten a más disturbios, al afirmar que las empresas tienen “responsabilidad” en su difusión. Además, el primer ministro aseguró que las emisoras de televisión -incluidas la BBC y Sky News- tienen la responsabilidad de entregar a la policía todo el material no utilizado que posean sobre los disturbios. Esta medida puede encontrar resistencia por parte de las cadenas, ya que puede vulnerar el secreto profesional de los periodistas. En Gran Bretaña el Contempt of Court Act de1981 afirma textualmente: “Ningún tribunal podrá pedir al responsable de una publicación que revele sus fuentes de información, a menos que el tribunal considere probado que el conocimiento de la identidad de la fuente sea precisa para la defensa de los intereses de la seguridad nacional o para la prevención de un crimen”, por lo que este requerimiento debería ser realizado por un Juez y no por el señor Cameron.
No creo que el problema se solucione trasladando mensajes incoherentes a la opinión publica que ponen, de una forma u otra, en tela de juicio la integridad de los medios de comunicación. A modo de “punta de iceberg”, tras las amenazas públicas de Cameron y las subsiguientes declaraciones conciliadoras de la compañía, el blog oficial de Research In Motion (RIM), empresa fabricante de BlackBerry, fue atacado por piratas informáticos, que acusaban a la compañía de afectar a terceros si decidían cooperar con el Gobierno británico.
Tampoco creo que la solución sea negar la existencia de un problema de carácter social como aseguró Cameron: “esto es delincuencia pura y simple y tiene que ser confrontada y derrotada”; ni encarcelar a niños de 11 años “si sois lo suficientemente mayores para cometer estos delitos, sois lo suficientemente mayores para enfrentaros a los castigos”, manifestó el primer ministro. Cabe destacar que estas amenazas de Cameron, van más allá de su habitual pataleta, ya que, en este caso, están respaldadas por la ley, que establece la edad penal en Inglaterra en diez años, aplicándose a los menores las mismas penas que a los adultos.
Por último, contratar al “hombre del saco” en la figura de Bill Bratton, un ex jefe de la policía de Nueva York, Boston y Los Ángeles para poner orden en el Reino Unido, tampoco creemos que vaya a aportar nada más que añadir tensión social y enrarecer aún más las relaciones entre la policía y el ejecutivo. “Muchos jóvenes, especialmente los miembros de bandas, se envalentonaron por un exceso de cautela policial y lo tolerante de las sentencias”. “Los jóvenes matones deberían temer a la policía” afirmó Bratton.
La temen y la odian señor Bratton y ese es el origen de todo el problema, eso y la falta de esperanza en un futuro propio para un gran número de jóvenes de clases acomodadas; lo que el señor Cameron llama “falta de valores éticos y morales”. Esos jóvenes que usted cree que no le temen, son la consecuencia del aumento de la pobreza y la exclusión social para un porcentaje amplio de la sociedad británica (más de 13 millones de personas viven bajo la línea de pobreza, uno de cada cinco adultos y uno de cada cuatro niños) “Los policías no nos hablan nunca, nos ignoran. Piensan que no somos humanos, entonces el odio es recíproco”, explicó un joven del barrio que se identificó como “africano”. “Todo el tiempo nos piden documentos, nos controlan como criminales porque somos negros y encima usamos capuchas o gorros”, agregó.
Me atrevería recomendar al señor Cameron, por segunda vez en un artículo, que en lugar de buscar asesoramiento en un neoyorquino bravucón, busque consejo entre sus propios compatriotas, empezando por releer el sermón de Thomas Case, en 1641 ante la Cámara de los Comunes: “La reforma debe ser universal… Reformad todos los lugares, a todas las personas y profesiones … Reformad los tribunales de justicia, los magistrados inferiores… Reformad las universidades, reformad las ciudades, reformad los condados, reformad las escuelas primarias, reformad el Sabbath, las ordenanzas, el culto divino … Usted tiene más trabajo que hacer que todo lo que yo pueda decir …”
Simón de María Redactor