La modernización ha afectado la manera en la que vivimos. El crecimiento acelerado de urbes, la globalización, la economía, entre otros factores, han impactado en todos nosotros como consumidores, pues de alguna u otra manera nos desenvolvemos en un ambiente de incertidumbre provocada por el ritmo de vida.
Es así que repetimos acciones que, desde el punto de vista de cada quien, son apenas perceptibles porque las hacemos de manera automática: estudiar por las tardes, tomar la misma ruta al trabajo o escuela, beber café después de comer, cepillar los dientes en una hora específica. Pero también existen otros que contrastan como ser impuntual, fumar en exceso, comer a deshoras, y más.
Se dice que no existe ser humano que no tenga hábitos. Los círculos sociales en los que se desempeña juegan un papel trascendental, debido a que las personas absorben conocimiento del medio.
La mercadotecnia destaca los hábitos. Ésta estudia los estilos de vida y las costumbres de los consumidores para establecer ciertas bases de innovación, que sirven como punto de partida para acciones comerciales. Desde luego, aunado a la influencia que se ve reflejada en miles de decisiones que hacemos los individuos todos los días.
La psicología señala que los viejos hábitos son difíciles de romper y los nuevos son difíciles de formar. Aunque tampoco resulta ser una tarea imposible si lo que se desea es un cambio. Aquí es donde la mercadotecnia puede desempeñar un rol de transición, ya que puede influir en aquellos aspectos en los que la fuerza de voluntad flaquea. Transformación que se da con el paso del tiempo.