La Responsabilidad Social Corporativa, algo más que políticas de sostenibilidad y comercio justo

Comunicado de prensa sobre la reputación y el lavado de imagen de los Juegos Olímpicos de Londres:

Ahora que los Juegos Olímpicos Londres 2012 han llegado a su fin es la hora, como suele decirse, de hacer balance. No es mi objetivo hacer una valoración de las ceremonias de inauguración y clausura, de la calidad de la retransmisión televisiva o de la seguridad del recinto olímpico. Más bien, me gustaría centrarme en un factor de gran importancia en eventos tan significativos y con tanta repercusión mundial: la imagen que proyectan y la reputación que se acaba consolidando en el imaginario colectivo.

En la actualidad seguimos siendo relativamente pocos quienes nos fijamos en aspectos como el medio ambiente, los derechos humanos o la justicia social en relación con eventos de grandes dimensiones como los Juegos. Pero, sin duda, es una tendencia en auge, que puede acabar teniendo consecuencias negativas para la imagen del evento insignia del deporte.

Pocos días después de acabar las Olimpiadas leo una información que habla de que han sido las primeras “sostenibles” de la historia gracias a algunas prácticas “eco”: utilización de biocarburantes (“olímpicos”), edificios sostenibles y productos de comercio justo en la Villa Olímpica.  Tres cuestiones que merecen nuestro aplauso. Un diez en RSC. En apariencia.

Puede que cambie nuestra imagen sobre estos Juegos si estudiamos otro tipo de noticias que han ido surgiendo durante su celebración:

Los patrocinadores, en entredicho

En un artículo de Compromiso RSE hablan de las críticas que han recibido varios de los principales patrocinadores del evento olímpico: “no representan los valores de los Juegos y utilizan esta plataforma como herramienta para lavar su imagen”, dicen los detractores.

McDonald’s, impulsora por otra parte de la iniciativa de los biocarburantes, ha sido nuevamente criticada por promover un modelo alimenticio poco saludable. BP o la minera Río Tinto son consideradas muy contaminantes en sus prácticas y se dice de ellas que incumplen con los derechos de los trabajadores.

Pero, sin duda, el caso más escandaloso, el que ha levantado más ampollas, ha sido el de la química Dow Chemical, actual propietaria de Union Carbide, responsable de la catástrofe de Bhopal (India) de 1984 y a consecuencia de la cual se estima han muerto unas 25.000 personas. Dow Chemical continua hoy día sin querer oír hablar de indemnizaciones. Amnistía Internacional desarrolló antes de los juegos una campaña de recogida de firmas para evitar que la química fuera patrocinadora de un evento deportivo de este calibre.

Otras cuestiones, que parecen planear permanentemente sobre los Juegos Olímpicos y que resurgen cada cuatro años, están relacionadas con los derechos humanos y el hecho de que se permita la participación de países que incumplen convenciones internacionales al respecto.

Todas estas realidades se suman, inevitablemente, al recuerdo que la gente guardará de Londres 2012. Es decir, dañan la reputación del evento. El Comité Olímpico internacional debería tener en cuenta que cada vez son más los que otorgan importancia a este tipo de informaciones; los que consideran más relevantes estas “manchas” que cualquier acción “eco”. Porque, ¿de qué sirve que los deportistas consuman alimentos de comercio justo si luego se hace la vista gorda en casos de vulneración de derechos humanos? Estamos, pues, ante un caso de lavado de imagen que salpica, ni más ni menos, a los Juegos Olímpicos.

RSC, pero de verdad

Hablemos de los Juegos Olímpicos o de una empresa la RSC debe ser real y coherente. Desarrollar una estrategia de RSC no sólo significa adquirir una responsabilidad con nuestro entorno, sino también con los derechos de nuestros trabajadores y de la sociedad en general. Se trata de un compromiso por el cambio hacia un mundo más equitativo, justo y sostenible bajo el convencimiento de que todos contribuimos al sistema y a su funcionamiento. Toda política empresarial o de la administración que obvie alguno de estos preceptos, lo lamento, pero no es RSC.

En el contexto de una crisis económica y de sistema como la que vivimos actualmente apostar en nuestra empresa por la RSC significa creer por un sistema económico y empresarial basado en otras prioridades. Evidentemente, las empresas no son ONG, pero sí tienen mucho que decir respecto a cómo se articula el reparto de recursos de una sociedad y bajo qué pilares se asienta.

Las PYME, por su propia estructura, son empresas idóneas para acercarse al consumidor y comunicar de una manera mucho más fluida y natural sus políticas y acciones en materia sostenible y de compromiso social.  La RSC es, sin duda, un tema muy sensible y complejo, que debe envolver todos los aspectos de nuestra empresa o corremos el riesgo de que, como en el caso de los Juegos Olímpicos, nuestra reputación se vea dañada. Si no estamos dispuestos a hacer un cambio profundo en los cimientos de nuestra empresa mejor dejar de lado la RSC.

Para aquellos que decidan apostar por la responsabilidad social, bienvenidos. Les esperan muchas satisfacciones, retos y un largo y emocionante camino en el que convertir su empresa en un lugar donde se apuesta por el cambio. Porque siempre tenemos margen para actuar, para elegir y ser una empresa responsable con lo que nos rodea.

Ana García Llorens
Comunicación y Prensa en GreenTeam Marketing